Aparte del funcionamiento ilegal, el camal municipal de San Ignacio opera entre gallinazos, perros y ratas, confirmando las pésimas condiciones higiénicas, en un abierto atentado contra la salud de la población.
El ministerio público comprobó las deficientes condiciones en que se sacrifica animales, lavan las vísceras y habilitan la carne para el público consumidor.
Además, este camal funciona sin la autorización de ley, ni tiene los ambientes mínimos para desarrollar las actividades que llaman a sus objetivos.
Emana olores insoportables y según la información de las agraviadas, hay personas que como consecuencia de esta suciedad, están infectados con epidemias y bajo proceso de recuperación.
El camal funciona a una cuadra del parque principal, es decir en pleno centro de la ciudad, violando todas las normas legales que justifiquen su funcionamiento.