Gregorio Santos Guerrero - Presidente Regional de Cajamarca |
Escribe: JORGE M. SÁNCHEZ
TAFUR (*)
"Recordad que la inmoralidad
cunde de arriba abajo, no de abajo arriba, porque su marcha es siempre
descendente. Y, si es cierto el adagio latino que dice que el pez empieza a
podrirse por la cabeza, esto nos dará el ejemplo de lo que sucede con el cuerpo
social..."
Don Vicente Manterola [1]
En menos de dos años de gestión, el Movimiento de Afirmación Social-M.A.S.
ha llevado al Gobierno Regional Cajamarca a ser considerado como el organismo
estatal más corrupto del Perú. Asimismo,
ha generado una percepción generalizada de que
el actual presidente regional, Gregorio
Santos Guerrero, quien solía proclamarse como un corajudo luchador
contra la corrupción; estaría implicado –por acción u omisión- en casi
la totalidad de los actos de corrupción descubiertos al interior de esta
entidad pública y de su unidad ejecutora
“estrella”: PROREGIÓN. En Cajamarca, se
cumple el viejo proverbio que reza: “el pez se pudre por la cabeza”.
“El pez se pudre por la
cabeza”, es un antiguo proverbio latino, muy usado también en China Popular y
en muchos países de habla inglesa (A fish
always rots from the head down), y quiere decir que el pescado se pudre de la cabeza
hacia abajo. Es decir, lo primero que se pudre es la cabeza. Así, en el aspecto
social, entendemos por cabeza a los líderes, los dirigentes; en un país, a los
gobernantes, la clase política. En una familia, la cabeza son los padres; en
una escuela, el director, y así sucesivamente. Los máximos responsables de lo
que sucede en cualquier ámbito, sea bueno o malo, serán siempre quienes están
al mando, los dirigentes, los jefes.
En el caso puntual del Gobierno Regional Cajamarca, el proverbio “el pez se pudre por
la cabeza”, adquiere singular vigencia ante evidencias contundentes que parecen
explicar los verdaderos orígenes de la ola de corrupción que se ha desatado al
interior de esta entidad partir de la
llegada de Gregorio Santos a la
presidencia, la misma que ha logrado superar –ampliamente- los niveles de corrupción de algunas de las administraciones
anteriores.
Santos habría llegado a la administración regional
con el abierto propósito de montar un aparato
ad hoc para favorecer la
corrupción, y es así que empezó su
oprobiosa misión con la designación –a dedo- de
allegados e incondicionales suyos en
estratégicos cargos técnicos
y administrativos con discrecionalidad
en el gasto; aún cuando estas personas -en su gran mayoría- no reunían
los requisitos mínimos para el cargo. Así, incurriendo, abiertamente, en el ilícito penal de Nombramiento o Aceptación Indebida para Cargo Público, contemplado
en el artículo 381° del Código Penal vigente, Santos fue colocando
a sus adeptos en unidades ejecutoras como
las gerencias regionales y
subregionales; direcciones sectoriales
regionales y direcciones subregionales; direcciones ejecutivas (PROREGION)
y asesorías. Además, la voracidad de Santos
lo llevó a copar con sus incondicionales (militantes de Patria Roja, ex
candidatos derrotados, amigotes y “amiguitas”)
todas las áreas operativas -de cualquier nivel- donde se manejaran recursos presupuestales.
El resultado es harto conocido. Con todo un
ejército de ineptos e incondicionales a su servicio, Gregorio Santos viene realizando una gestión mediocre e ineficiente,
deshonesta y desastrosa, orientada –principalmente- al saqueo de las arcas del
Estado a través de mecanismos de
corrupción que operan sistemáticamente por todos lados. Es así que,
con el mismísimo Gregorio Santos a la cabeza y desde el seno mismo del Estado,
un grupo de sinvergüenzas tomó la decisión de llenarse los bolsillos con los dineros destinados a atender
las necesidades más urgentes de los pobres
de la Región Cajamarca.
A partir de entonces, el olor putrefacto de la
corrupción se percibe en cada rincón de
la Región Cajamarca. Se nota “a leguas” en las licitaciones y concursos públicos
fraudulentos de PROREGIÓN y la Gerencia
Sub Regional Jaén -San Ignacio, que suman
más de S/. 300 Millones; y su hedor se
deja sentir también en la
corrupción de poca monta; como aquella de
un “funcionario de confianza” –ex candidato a alcalde- cuya esposa abrió una pizzería con el producto de una
coima proveniente de una empresa de seguros (S/. 40 mil); o cuando un
deshonesto “camarada”, residente de obra, en complicidad con ronderos de “Patria
Roja”, exige pagos irregulares a los agricultores del centro poblado “Tablón”
(San Ignacio), para “beneficiarlos” en una pequeña obra de Riego Tecnificado, a pesar de que esta obra cuenta con presupuesto público.
Gregorio Santos se ha esmerado en reinventar, y
“patentar” como suyos, todo un catálogo de actos indecorosos, inmorales e
ilícitos, logrando fomentar entusiastas
“tendencias de corrupción” entre sus funcionarios de confianza y otros
servidores del Gobierno Regional. Así, a
partir de las “escapadas” de Santos fuera de la Región Cajamarca haciendo
uso de vehículos del Estado, sin ninguna comisión de servicios que lo
justifique y en aparentes viajes de placer; han sido muchos los funcionarios
que han seguido este pernicioso ejemplo y, casi de inmediato, empezaron a utilizar los vehículos estatales
para fines ajenos a la función.
Aquí algunos casos emblemáticos. El año pasado, el entonces Director General de Asesoría Jurídica, Juan
Carlos Pajares Salazar, pretextando una
comisión de servicios a la ciudad de Jaén,
desvió la ruta de la camioneta a su servicio
hacia la ciudad de Trujillo para cumplir asuntos de índole personal y hasta
sentimental. Pero, Pajares no fue el único. El Director General de Administración,
Deyber Flores Calle, inspirado por la conducta “ejemplar” de su presidente, se “invento”
una comisión de servicios hacia la
Intendencia de Aduanas en Paita para gestionar supuestas donaciones a favor del
Gobierno Regional Cajamarca. Lo curioso
es que Flores Calle jamás llegó a Paita, ni menos visitó la entidad aduanera a pesar de haber dispuesto
de una camioneta del Estado durante cinco días.
En
estos, como en muchos otros casos, se ha
afectado al Estado con gastos indebidos en viáticos, combustible y
remuneraciones. Además, estos funcionarios han incurrido en el delito de Peculado de uso, tipificado en el artículo 388° del Código Penal y sancionado con pena privativa de
libertad de hasta cuatro años. Extrañamente, hasta ahora no se conoce de ninguna
denuncia al respecto que haya sido
impulsada por la Procuraduría Pública del Gobierno Regional Cajamarca.
Como todo comunista criollo, Gregorio
Santos despotrica –públicamente- del sistema democrático y reniega –para las tribunas- de la “sociedad
de consumo”. Sin embargo, en la praxis, ha sucumbido ante una serie de placeres, tentaciones y hasta vicios, que llegan con al poder. Es así que Santos, haciendo gala de una solvencia
económica inexplicable, ahora aparece
como “padrino regalón” de cuantas promociones lo requieran –por amor al
chicharrón, no al chancho-; y hasta funge de “generoso mayordomo” en fiestas
ajenas fuera de la Región Cajamarca (v.g. Colegio de Abogados de Lambayeque). Además,
Santos concurre –con frecuencia- a exclusivos locales nocturnos fuera de
Cajamarca, donde suele consumir –con marcado exceso- la mejor comida y los más finos licores.
Gregorio Santos ha llegado al
colmo del descaro al utilizar recursos
públicos para beneficiar económicamente
a sus parejas sentimentales de turno. Con estas acciones Santos le ha
trasladado “de taquito” al Estado, una
obligación que le corresponde a él y sólo
a él: mantener a sus mujeres y a su prole en constante aumento. Estos
deslices del actual presidente regional de Cajamarca, han sido interpretadas
como explícitas “licencias morales” por sus funcionarios de confianza quienes, a
partir de entonces y haciendo uso indebido del cargo que ostentan, han convertido
al Gobierno Regional Cajamarca en nido de amores prohibidos, y refugio laboral
de concubinas, queridas y “amiguitas cariñosas”. Otros, con igual poder y menor
sutileza, se han visto involucrados en escandalosas
denuncias de acoso sexual, las mismas que Santos se ha encargado de esconder bajo la
alfombra.
La decadencia moral que sufre hoy el País, ha encontrado
su máxima expresión en la actual gestión
del Gobierno Regional Cajamarca. Aquí,
la corrupción “de cuello y
corbata” -ya sistematizada- convive a
diario con el latrocinio de pacotilla –sin ningún control-, bajo la mirada cómplice del presidente regional, Gregorio Santos,
quien con total desparpajo, se esfuerza en
negar la inmundicia moral que
fermenta bajo sus pies y, con una mezcla “revolucionaria” de soberbia,
ignorancia y cobardía,
ofende la inteligencia de los cajamarquinos pretendiendo hacer creer que
las denuncias de corrupción –probadas y documentadas-, son parte de una
“persecución política” en su contra. El cinismo de Santos quiere confundir la
persecución penal, que es potestad legítima de un estado de derecho; con la
persecución política, propia de los
regímenes totalitarios a los cuales él
admira y cuyas políticas retrógradas sueña con replicar en la Región Cajamarca.
Si Gregorio Santos entendiera algo de política,
sabría que los gobernantes están obligados –legal y éticamente- a orientar sus
acciones al logro del bien común. Cuando un gobernante antepone sus intereses
particulares al bien común; es mal gobernante,
pierde legitimidad y la razón de
ser. Se corrompe, se vuelve un tirano,
un sinvergüenza o un delincuente. Al priorizar sus intereses propios –y los de
sus allegados- Santos parece haber escogido la opción más vil y deleznable,
totalmente contraria a los intereses del pueblo. Será el pueblo quien tendrá que juzgarlo… y condenarlo.
Si algo nos queda claro es que la profunda
crisis de valores que se vive actualmente
en el Gobierno Regional Cajamarca, comenzó con la llegada al poder de una
cúpula corrupta, inepta y sin escrúpulos
al mando de Santos. Gregorio Santos Guerrero, presidente regional
de Cajamarca, es pues, la cabeza del
pescado que se está pudriendo. Y huele mal.
(*) Abogado, Presidente de la Cámara de Comercio
de Jaén, ex Consejero Regional por Jaén.
[1] Don Vicente Manterola, (Canónigo Magistral de Vitoria), Sermón pronunciado
en el Palacio Real, ante Isabel, la hija de
Fernando VII, a finales de su
"reinado" revolucionario.