domingo, 12 de febrero de 2012

Marcha histórica por el agua

Cajamarca une al Perú por el agua
 El agua constituye un recurso natural estratégico del mundo actual. Una de las razones de la invasión norteamericana a Libia, además del petróleo y su ubicación estratégica, es la riqueza del líquido elemento. Hoy que asistimos al calentamiento global, alimentado por la voracidad y el consumismo del decrépito sistema capitalista, el agua es y será motivo de constantes enfrentamientos y pugnas entre los pueblos que luchan por defender sus recursos naturales, darles un uso y explotación racional poniéndolos al servicio del desarrollo y progreso de las grandes mayorías, contra los grupos de poder nacional y transnacional que sólo buscan aumentar su riqueza, sin importarle para nada la destrucción del medio ambiente, del ecosistema y la vida.
La lucha y resistencia de los campesinos de Cajamarca y sus autoridades regionales y locales, se enmarca en la defensa de nuestro recurso hídrico, por el derecho a una mejor vida para sus habitantes, y el desarrollo de sus pueblos. Es por ello que su lucha está estrechamente ligada al Proyecto Conga, que pretende ser impuesto por el actual Gobierno. Han pasado muchas décadas desde que las transnacionales mineras explotan el suelo cajamarquino, sin ningún cambio o mejora importante en los indicadores socio-económicos de estos pueblos; los únicos que han salido beneficiados son los magnates de la gran minería. YANACOCHA, propiedad de la transnacional norteamericana Newmont Mining Corporation y de sus socio menor Roque Benavides, ex ministro del Apra, es un vivo ejemplo de sobre explotación y depredación de nuestros recursos naturales, que hasta el año 2004 ya había capitalizado en la extracción de oro US$ 11,935´800,000. A esta fabulosa ganancia, quieren ahora agregar el actual Proyecto Conga, que se estima en 11 millones 800 mil onzas de oro y 3.1 billones de libras de cobre, destruyendo para ello las cabeceras de cuenca y contaminando las aguas de numerosos pueblos de Cajamarca, que se ha puesto decididamente de pie en defensa de su derecho a la vida, a habitar en un medio ambiente saludable, libre de contaminación .
La marcha por el agua, es el termómetro para medir la capacidad de resistencia de este movimiento regional, que cuenta con el apoyo y simpatía de los pueblos postergados del Perú. El Gobierno actual, rodeado de neoliberales contumaces, medirá sus fuerzas con el verdadero nacionalismo, que empieza por defender nuestros recursos y nuestra soberanìa .
 
Por Raul Wiener

Ayer debe haber sido un día de sentimientos encontrados para el presidente Ollanta Humala. En la mañana despertar con la noticia de que DATUM ya le da 58% de aprobación, apenas dos puntos del simbólico 60%, y con posibilidades de que hacia el fin de semana CPI y APOYO lo lleven más arriba, y en la tarde encontrarse con una marcha multitudinaria con representantes de las provincias movilizadas sobre la capital, y del pueblo de Lima solidario con la lucha cajamarquina contra el proyecto Conga.
Seguramente Favre, Valdés y Castilla, deben haberle insistido en qué no hay razón para alarmarse ya que 8 mil o 10 mil manifestantes son poca cosa en una ciudad de 7 millones y en un país de casi 30 millones. Pero conociendo a Ollanta estoy seguro que este debe haber sido uno de los momentos más amargos de su gobierno. La razón es simple: esta ha sido la primera vez que se arma en términos prácticos el frente del 30% que le hizo pasar a la segunda vuelta y que quedó de lado en sus decisiones posteriores.
La Marcha del Agua que algunos despistados habían ninguneado antes de tiempo afirmando que una movilización de mil personas desde el norte era un fracaso de los organizadores (como si fuera fácil juntar gente para recorrer la costa en una semana), se convirtió en un gigantesco abrazo de Lima con los pueblos del interior. Una victoria política de los que hasta hace unos días se daban por los derrotados. Y si hay alguien que debe haber entendido el significado de lo que ha pasado es el presidente Humala.

Los marchantes de esta semana hicieron un recorrido pacífico ciudad por ciudad sembrando la idea de que no debemos dejarnos avasallar por el poder de las trasnacionales. Si uno ve lo que significó cada uno de esos encuentros y los que ocurrieron en el sur del Perú antes de la partida de sus delegaciones concluirá en que ciertamente ha habido un país movilizado contra los excesos de la minería exigiendo un cambio de política ahora, que implique a los proyectos que ya dejaron firmados los anteriores gobiernos.
A partir de aquí estamos en un nuevo escenario para el desarrollo de los conflictos socioambientales que ya no son ocurrencias distantes y esporádicas sino un sentimiento de una nación que no quiere convertirse en un campamento minero. Después de la escalada de avisos que quieren convencernos que Yanacocha y sus congéneres nos pagan tantos impuestos que alcanzan para pagar la educación, o la salud, o las carreteras o la represión, según uno escoja, la marcha representa, aún sin proponérselos, una respuesta de dignidad: preferimos el agua limpia y vivir de nuestro trabajo, antes de ver desaparecer las lagunas, los cerros y los bosques a ritmo del tajo abierto.
Ollanta ya lo sabe: le podrán contar que la marcha es pro senderista porque cogieron una bandera roja que era de Patria Roja; o que hay un complot de la izquierda; o que vamos a Conga y después todo se calma; pero lo que no va a poder sacarse de encima es que esos que estaban ayer en las calles lo llevaron al primer plano de la política y esos que tratan de tranquilizarlo para que no hayan nuevos virajes son los que conspiraron cinco años para cerrarle el paso. Tal vez sus nuevos aliados lo ayuden a gobernar con el timón a la derecha. Pero los otros son los que han marcado la política nacional en el último período.
(FUENTE: anacahua2002@yahoo.es - Andrés Caballero).